sábado, 28 de julio de 2007

Interminable

Era una madrugada de julio, bastante cálida como para ser un día de invierno. Ella se sentía decidida, lo deseaba… esa noche lo conquistaría al fin. Al llegar a la habitación, el la vio sentada sobre el sillón… su cuerpo completo parecía muy insinuante aquella madrugada, mucho más que de costumbre… él esperó en el umbral de la puerta contemplándola. Alzando la mirada, ella se puso en pie y, con un tono decidido, tal vez un poco desesperado, le dijo “ven acá”. El cuerpo del muchacho tembló por unos momentos al escuchar aquello… se acercó a ella y, la tomó por la cintura y la apegó a su cuerpo, mientras la miraba directamente a los ojos, desafiante. Ella, mirándolo también, sonrió por un momento, mordiéndose suavemente el labio inferior, manteniéndose siempre a una distancia prudente de él… quizás jugando un poco. Sin vacilar un segundo, el la apretó su cuerpo con más fuerza, mientras se dirigía directamente hacia su mentón, besándola hasta llegar a su cuello, en donde enterró suavemente sus dientes.


Resistiéndose, jugando aún, ella lo agarró dócilmente por el pelo y apartó su cabeza de su cuello. Se alejó de él, retrocediendo y recostándose lentamente en la cama, sin apartar sus ojos de la mirada ardiente de su acompañante. Una vez en la cama, sacó un cigarrillo de una cajetilla sobre el velador, y lo encendió, sin dejar de mirar a aquel hombre parado a los pies del lecho. Comprendiendo un poco aquel juego, el se situó al lado de ella, le quitó el cigarro y comenzó a fumarlo… se recostó sobre el pecho de la mujer y, aún fumando, comenzó a respirar muy cerca mientras empezaba a recorrer aquellas suaves piernas con sus manos. Ella comenzó a sentirlo en aquel momento… empezó a rozar suavemente sus piernas y, sin darse cuenta, enterró levemente las uñas en la espalda de aquel joven…resistiendo un poco más el deseo, levantó su cara por el mentón y le quitó el cigarrillo para terminarlo… por alguna extraña razón, ambos recordarían aquel sabor al tabaco.


El sonrió por un instante…luego la empujó hacia la cama y comenzó a recorrer aquel deseado cuerpo con violencia… disfrutando cada milímetro de piel y su olor. Ella se sintió extasiada ante aquello… lo dejó continuar por unos momentos, luego lo tiró hacia el lado y se abalanzó sobre él… su mano bajó y se introdujo en su camisa. El sintió escalofríos por toda su espalda… le tomó despacio la cabeza y se acercó para besarla. Ella continuó el juego… no dejó que la besara, pero aún así mantenía su boca jadeante muy cerca de la de él, al tiempo que acariciaba su pecho y sus brazos. El no resistió más, la tomó por la cintura, la sentó sobre él, para luego sacarle la polera con la boca, enterrándole sus dedos en la espalda. Se besaron apasionadamente, recorriendo los cuerpos de ambos, como quien recorre sediento un desierto interminable en busca de agua. Ninguno de los dos quiso que esto acabase…



Idea: Reisenderin y Niennor

El Cuerpo como Proyección

Sin embargo, a pesar de lo mucho que el cuerpo pueda limitarnos, es el que, curiosamente, nos entrega la capacidad de sentir dichas limitaciones, es decir, el hecho de que yo sienta que el cuerpo me limita es, paradójicamente, una facultad del cuerpo mismo.

El cuerpo nos permite, a su vez, conjugar el verbo, tanto en el plano subjetivo como en el plano accional... es decir, la mente entrega sentido a las acciones que el cuerpo realiza, lo que conforma al ser y su identidad.

El cuerpo es nuestro hogar, un hogar que muy pocas personas se atreven a abandonar por voluntad propia... generalmente un lugar del cual somos arrebatados en contra de nuestra voluntad. Y es que el cuerpo es capaz de entregarnos las más hermosas como también más horrendas sensaciones, que, al fin y al cabo, son las que hacen que nuestro viaje haya valido o no la pena. Pero estas sensaciones carnales no serían más que eso si es que nuestra mente no les asignara un significado particular, por lo que el equilibrio mente/cuerpo es uno de los pocos que se mantiene sostenido y proyectado a través del tiempo.

Con el cuerpo podemos amar... la facultad más hermosa en el ser humano. Con el cuerpo podemos desear... otro cuerpo. Con el cuerpo podemos soñar, y como bien dijo una amiga, surge al respecto la siguiente interrogante... "¿Y si el cuerpo fuera lo único que nos permite sentir, desear volar por ejemplo, y que si no lo tuviésemos se agotarían nuestras ansias insaciables?"

Nuestro cuerpo es una gran parte de nosotros, debemos sentirnos en comunión con el, aunque no sintamos que es exactamente la representación física de nuestro espíritu... hay que amarlo y dejar que sea amado por otros.

jueves, 26 de julio de 2007

El Cuerpo Limitante

La negación y el desconocimiento del propio cuerpo... suena un tanto extraño, hasta quizás un poco no-humano, pero sucede. Al hablar con un otro, tu madre, tu hermano, tu pareja, incluso contigo mismo frente al espejo, desconocer y sentirse presa de aquella estructura material... no sentirse partícipe ni siquiera un poco de ella.

Observar que el cuerpo se paraliza y envejece, que el cuerpo no aguanta; el cuerpo nos limita, limita nuestros deseos, nuestros sueños. Saber que no podré desplegar alas y salir volando algún día, por más que lo intente y lo desee, estar bajo el agua aislada del mundo allá arriba y saber que en algún momento tarde o temprano tendré que volver a la superficie, son experiencias que ejemplifican esto.

¿Qué sucede a la hora de la muerte? ¿Acaso nuestra psiquis se desprende de aquel cuerpo inerte y viaja hacia algún lugar? Luego, es en este lugar en donde podríamos ser realmente felices y cumplir al cien por ciento nuestros sueños y deseos, porque ya no habrá cuerpo que sea capaz de limitarnos. ¿O es que acaso nuestro espíritu desaloja nuestro cuerpo ya sin vida y se instala en uno nuevo, y así sucesivamente hasta alcanzar el equilibrio que necesitamos para viajar a aquel tan preciado lugar? ¿Es entonces la muerte algo bueno, la liberación de nuestra alma? Y si así fuese ¿Por qué hemos de temerla?

lunes, 9 de julio de 2007

El Llanto de la Tierra

Con el transcurrir del tiempo, al observar a distintas personas, incluyéndome a mi misma, me he dado cuenta de lo simple y a la vez absurdo funcionamiento del humano, el cual, a mi juicio, se resume en la siguiente frase: "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

Es verdad, uno debe perder algo, parcial o totalmente, o hecharlo a perder para darse cuenta de su verdadero valor, de su importancia. Y esto es aplicable a todos los aspectos de la vida, no solo en el afectivo (por ejemplo, cuando comenzamos a valorar todo lo que una persona fue para y por nosotros, una vez que se ha ido de nuestro lado), sino que también en lo que concierne a lo material (¿quién no ha extrañado algún objeto olvidado por años, y que justo al momento de perderlo sintió nostalgia?), como en el ámbito medioambiental.

Últimamente, el tema del calentamiento global ha dado mucho de qué hablar en el mundo... si, ahora todos se llenan la boca de nuevos términos, de esperanzas, de acciones ecológicas...

Parece que tuvimos que talar tantos bosques (y con esto erosionar aquella tierra) como pudimos; contaminar el aire y el agua con nuestros medios de transporte, fábricas o simplemente tirando un papel al piso; generar cuanta basura sin justificación se pudiera, etc., para escuchar el llanto de la tierra.

Si, la tierra llora, pero no es un llanto inofensivo, es un llanto de dolor, de tristeza, de odio. Y es muy simple sentirlo, sólo hay que parar cuando vas caminando por la calle. Detenerse y mirar al rededor... abstraerse un segundo de nuestra condición y observar lo que hemos hecho de aquel lugar.

Lo puedes escuchar?... si, yo lo escucho...

sábado, 7 de julio de 2007

Génesis

Y así es como comienzo esto... generalmente, en el transcurrir del día, una idea o duda asalta mi mente. comiezo a desarrollarla, pero luego la olvido, así que me dije... "¿por qué no escribirlas?". Viviendo dentro de este mundo en donde todo se hace por computador, y poco tiempo queda para el papel y el lápiz, me parece lógico tener uno de estos blogs. Tal vez nadie lea lo que escribo, pero por lo menos podré conservar estos pequeños pensamientos que sacuden y enriquecen mi mundo, y recordarlos en muchos años más. Y aquí estoy, volcando mis pensamientos y sentimientos dentro de una máquina... qué paradójico, no?